sábado, 28 de abril de 2012

ENCUENTRO EN EL COLEGIO SAN SEBASTIÁN DE CASABERMEJA (MÁLAGA)


Quiero contarles el encuentro con niños que mantuve este viernes 27 de abril en el colegio San Sebastián de Casabermeja. Un precioso pueblo de la serranía malagueña.
Puedo asegurarles que allí viven la Semana del Libro con muchísima ilusión. Ya antes de llegar a la puerta del colegio vi anunciado mi nombre en un cartel en donde se exponían las distintas actividades que tendrían lugar esa semana.
Aunque me parecía que llegaba con el tiempo justo, aún me sobraron diez minutos para conversar con el profesorado e incluso tomar unas fotografías. A la entrada del colegio y como podrán ver en una de las imágenes que acompañan estas palabras hay un precioso jardín. En unos pocos metros han logrado que la belleza de las flores se imponga a la mirada. Que la naturaleza nos sorprenda y nos detenga. Una verdadera fiesta para los ojos. Una invitación a la serenidad.
Un poco más allá, las banderas de España y Andalucía ondeaban juntas en sus mástiles, gracias a la brisa que llegaba del mar..
Nunca había estado en Casabermeja, aunque había pasado a su lado. Si para mí siempre fue ese pueblo de casitas blancas de las cercanías de Málaga en lo alto de la montaña, de repente, se convirtió en el lugar desde el que se pueden ver unas vistas maravillosas de la serranía malagueña.
Tengo que decirlo: me he sentido muy a gusto. He percibido eso, que es tan digno de agradecer en el profesorado como es el amor a los niños y a los libros. Tanto y tan bien habían trabajado sobre mi libro Alas de mariposa que no tuve necesidad de contarlo ni de leerlo. Pero sí que conversamos de el, y por supuesto de más temas como, por ejemplo, qué hace especial un cuento o por qué conmueve.
He estado con niños de 5 a 7 años. Se portaron maravillosamente. Y me estaban esperando para hacerme preguntas muy importantes... Por lo menos tres de ellos, tenían una gran preocupación por saber si de verdad, de verdad... con ese papel tan fino y delicado que, como se cuenta, existía en China, se podía arreglar el ala de la mariposa. Y yo me imaginaba a los pequeños calculando qué pasaría si ellos un día, en el patio de su casa o en el parque, veían una mariposa con el ala rota...
Por supuesto, este tema nos llevó a otro. ¿Lo que se escribe tiene que ser real? Por ponerles un ejemplo, les pregunté si les agradaba el cuento sobre un muñeco de madera de nombre Pinocho, al que le crece la nariz con cada mentira que dice… Y también si les gustaba el cuento de Caperucita Roja en donde un lobo con cara de malo se come a la abuelita. Y a todo me contestaron que sí, que les complacían mucho esos cuentos. «¿Y son verdad?» pregunté. «¡Noooo!» contestaron ellos riendo. Y después de reírse, la pregunta obligada fue si se sintieron a gusto cuando se los leyeron o cuando los recordaban. Y todos estuvieron de acuerdo en que un cuento no tiene porqué ser real, basta con que nos lo parezca y lo sintamos de esa manera.
Y un niño me preguntó: “«¿A que de verdad la hormiga ayudó a la mariposa?». Y yo contesté que sí, por supuesto, la hormiga hace de puente entre unos seres y otros, o lo que es lo mismo, entre un problema y una solución. Y así pude confirmar, una vez más, lo importante que es para los niños de esta edad, «la verdad»; y también lo difícil que les resulta, a veces, esa frontera entre fantasía y realidad.
¿Qué más puedo contarles? Mucho, realmente mucho. Se conocían a los personajes, recordaban sus nombres, y percibí claramente el cariño que le habían tomado a algunos de ellos, por ejemplo, al señor Li. Y no sólo eso, me contaron secretos... Como que una de sus profesoras se había emocionado mucho al leerles la historia. ¿Puede haber algo más bonito? Esa confianza que se establece en apenas unos minutos...
Luego hablando con las profesoras me comentaron que el libro les pareció adecuado para trabajar las emociones con los niños. En la historia hay amistades, renuncias en bien de otro, temor a quedarse solo y no poder volver con los suyos, consciencia de la existencia de otros países y culturas, y eso que llamaríamos el legado, que es lo que nos dejan , las personas cuando ya no están con nosotros.
Se comentó cuáles eran las dificultades a las que se enfrentaban los niños cuando tenían que escribir sobre un tema... ¿Y cuál era la más importante? El comienzo... «¡Ah! Pero si tenéis el mismo problema que tenemos los escritores...» dije. Entonces, quedamos de acuerdo que costase lo que costase había que dar comienzo a la narración, y luego ya descartarían ellos lo que no les gustase. Además, les comenté, tenían que olvidarse de la idea de que les saliera perfecta a la primera, habría que corregir.
Pues como gran parte del trabajo con el texto que habían elegido, Alas de mariposa, ya estaba realizado, y como además se habían tomado la preocupación de buscar más obras mías por Internet, esto nos dio tiempo a que les leyese unos cuentos. Les leí: El año que Mamá Noel repartió los regalos de Navidad. Y al final me regalaron un aplauso. Les gustó mucho. Y hubo enseguida voluntarios para enviarle una carta a Mamá Noel este año... (Por supuesto, les expliqué que ese cuento lleva escrito bastantes años y que intenté reflejar los cambios que se estaban dando en la sociedad como la incorporación de la mujer al trabajo, y que los hombres ayudasen en las tareas del hogar y el cuidado de los niños.
Después les leí Abuelita niña, donde una abuela de 95 años de nombre María Florencia de la Mar Cansada regresa a las clases del colegio de la mano de sus tataranietos para volver a sentir lo difícil que es ser una niña o un niño y para recordar que en medio de la palabra zanahoria va una «h». Y tras el final de ese cuento... ¿Qué me dieron? Por supuesto: un montón de sonrisas y carcajadas. Porque este cuento siempre gusta a los niños.
Y ya para no extenderme y como yo no quería ser menos que la abuelita del cuento, por eso peino ya abundantes canas; resultó que al despedirme les pedí que nunca olvidasen que las ideas para los cuentos están... Por decirlo de algún modo, en el aire; que una las recoge, piensa si le sirven, y si no es así, igual que si fuesen mariposas las suelta otra vez al aire. ¿Y qué ocurrió? Pues que, mientras yo lo decía, cada vez que recogía del aire una idea, se encendía mágicamente entre mis dedos una lucesita roja. ¿De verdad? Sí, de verdad. Y mientras yo seguía recogiendo o desechando ideas... Truco que le debo a un mago amigo mío de nombre Miguel, ellos, decían: «¡Oh! Se le ha encendido una luz entre los dedos»... Y así fue como juntos, el día 27 de abril, las profesoras, los niños y yo, escribimos la última oración de un cuento titulado «Encuentro en el colegio San Sebastián de Casabermeja en la semana del libro».Y ahora sí, punto y final.

1 comentario:

  1. Muchas gracias por las hermosas palabras que nos has dedicado en tu blog. Ha sido un placer trabajar Alas de mariposa en clase. Los niños y niñas se emocionaron con el cuento y captaron la esencia de la historia. Te dejamos la dirección de nuestro blog de aula, por si algún día te apetece asomarte a La ventana de nuestra clase(laventanadenuestraclase.blogspot.com)
    Un saludo.

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